Lugar sagrado al que no habíamos ido hace tiempo. Meditando junto al agua que corre y el frágil hielo calmo. Escuchando un anciano tocar una gaita en misterioso homenaje. Viendo un mexicano practicando una ceremonia con el torso desnudo. Recordando a Epifanio Roncalla, mi padre. Y viendo juntos el sol esconderse tras los arboles para juntar el chi.
