Muy tarde
A Raoul Sentenat
Corrieron de lleno
[amigos, vecinos, extraños y familiares]
a repartirse las pertenencias del fresco ausente.
Yo pensaba que era un fotógrafo.
Un buen fotógrafo además.
Cuán equivocado estaba.
Nadie imaginaría que aquellos términos
que salían de sus caretas y sus manos
escondían tanto amor,
tanta humanidad camuflada de arte.
Su sensibilidad componía, uno por uno,
cada enfocado homenaje:
un rostro por cada historia,
una historia por cada expresión,
un identificarse con cada anónimo,
pathos con nombres.
El pequeño estudio donde, más que vivir, pernoctaba,
proponía una exposición permanente de dolor,
un homenaje a la individualidad:
“ser todos” y, a la misma vez, “ser distinto”.
Una misteriosa y genuina ternura
se sentía y respiraba en aquellas máscaras:
parecían llevar un claro y profundo augurio,
un manifiesto ventanal a su artística soledad.
Nos consta que su legado va más allá
de un precipitado prorrateo de artefactos y usanzas…
y ya es muy tarde para decírselo.
Lo que sí llegó de veras y ya muy tarde ha sido el poema….