Leyendo «El manejo del agua en Huarochiri: las amunas en San Andres de Tupicocha» de Juan Gomes de la Torre Barua en Ecos de Huarochiri, bello libro editado por Gonzalo Portocarrero en torno al Manuscrito de Huarochiri, nos enteramos que este sistema de cultivo del agua que se praticaba en tiempos del manuscrito y se sigue practicando ahora. Andres Alencastre comparte su conocimiento de esta tecnologia de alta sostenibilidad social. Empezamos con una reciente entrevista a Andres en Agronoticias, y varios articulos, que son seguidos por un ilustrativo video.
Las Amunas recargan acuíferos, caso Huarochirí
Trabajo mancomunado, para sembrar, cultivar y cosechar agua como manatiales, ojos de agua y arroyos
Los antiguos peruanos desarrollaron un conjunto de conocimientos, tecnologías, mitos y ritos para sembrar, cultivar y cosechar agua, manejando racionalmente el medio ambiente y el trabajo social mancomunado. A continuación un informe publicado en Agronoticias, gracias a la experiencia y conocimiento en el tema de Andrés Alencastre Calderón, economista de la Universidad Nacional Agraria-La Molina, que ha trabajado en las amunas de Tupicocha y Paccho, Huarochirí, Lima.
– ¿Se puede sembrar agua en el Perú, como quien siembra flores o maíz? ¿Se puede cosechar este recurso, como quien cosecha claveles o choclos?
Sí, sembrar y cosechar agua es una tecnología que las civilizaciones prehispánicas desarrollaron con éxito hasta en sus más mínimos detalles, para irrigar tierras donde las lluvias son escasas o las fuentes de agua quedan muy distantes.
En quechua, según Xavier Bellenguer, tal práctica se denomina “amuna”, que en castellano se traduce como “lugar de retención de agua” y en lenguaje técnico se define como “recarga artificial de acuíferos”.
Las comunidades de San Andrés de Tupicocha, Santiago de Tuna y La Merced de Chaute, ubicadas en las alturas de la provincia de Huarochirí, Lima, entre las cuencas de los ríos Rímac y Chillón, así como otras ubicadas en Santa Eulalia y Yauyos, siguen practicando las amunas como miles de años antes lo hicieron sus antepasados.
El sistema busca captar en las zonas altas agua de ríos o de lluvias, almacenarla en lagunas, llevarla mediante canales fuera de su cauce y luego extenderla en superficies permeables, generalmente tierras improductivas o pedregosas; desde las cuales se filtra lentamente hacia las partes bajas, para reaparecer meses después como manantiales, “ojos de agua” y arroyos.
La clave de esta práctica está en la cohesión de la comunidad como factor fundamental para la organización del trabajo. Si la comunidad no funciona como tal, no existirán los brazos necesarios para desviar el agua durante las épocas de abundancia. Y de hecho, en muchos lugares donde las comunidades han desaparecido —víctimas del acoso de las instituciones “modernas”—, los sobrevivientes no tienen claro el concepto de para qué se recargan los acuíferos, ni tienen interés en servir a sus vecinos, de quienes se sienten desligados.
MEJOR CALIDAD HÍDRICA
Dos análisis fisoquímicos de las aguas de Huarochirí demostraron que existe enriquecimiento en los elementos mayoritarios entre la amunera y el manantial.
- La conductividad eléctrica pasa de 364 a 480 micromhos por centímetros.
- El pH del agua en la amuna es de 5.4 y se estabiliza al ingresar al subsuelo, llegando a valores cercanos al neutro.
- Las aguas del río presentan valores más altos del ion calcio y se reducen en el acuífero profundo de 70 a 32 mg/l.
- El agua del manantial presenta valores de 143 a 300 mg/l de sales minerales (CaCO3). Por lo tanto, se trata de aguas blandas, aptas para el consumo de la población y para la agricultura.
OBJETIVOS
¿Con qué objetivos practicaron la retención e infiltración de agua los antiguos peruanos? Respuesta:
- Para densificar la vegetación alrededor de los canales de conducción y reducir la erosión de las laderas, que —al humedecerse— generan pequeños bosques y pastizales.
- Para aumentar el caudal y alargar la vida de los manantiales de las zonas bajas, que abastecen a los pequeños sistemas de riego de los asentamientos urbanos y rurales de las comunidades.
- Para reducir los efectos destructivos del agua durante las avenidas, distribuyendo los excedentes hacia laderas y campos improductivos, y
- Para mejorar los microclimas y mantener la biodiversidad.
DINÁMICA DEL SISTEMA
La dinámica del sistema se articula de la siguiente manera:
1.-El agua excedente de la temporada de lluvias se capta y/o retiene en la parte alta.
2.-Se la conduce hacia los canales y torrenteras.
3.-La acequia amunera recibe las captaciones de todos los canales menores y las conduce hasta el lugar de infiltración.
4.-El agua se “siembra” sobre tierras rocosas y baldías.
5.-Una parte se conduce externamente por canales secundarios y llega a su destino entre 10 y 15 días de iniciada la recarga.
6.-La mayor parte se filtra lentamente sobre laderas de roca volcánica fisurada y con gran capacidad de almacenamiento, demorando —como en el caso de Huarochirí— de 5 a 6 meses en llegar a su destino. Se estima que la velocidad de circulación del agua en el interior de la roca es de 10 a 14 metros por día.
7.-En la parte baja, el agua filtrada reaparece en la temporada de estío, alimentando manantiales y arroyos, donde se produce la “cosecha” para uso doméstico, agropecuario y público.
8.-En época de estiaje, las comunidades planifican y ejecutan las obras colectivas de mantenimiento y operación de las acciones de recarga.
9.-Los participantes reciben el agua para sus cultivos, según el trabajo aportado en las alturas, y
10.-La celebración de ritos y fiestas alimenta a la identidad local y moviliza a los comuneros.
Entrevista al investigador Andrés Calderón, economista de la UNA- La Molina, ha trabajado en las amunas de Tupicocha, Huarochirí, Lima.
- Puedes leer el informe completo en Agronoticias N°328 págs (2008).
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